[forum-prof] Guerra, paz e hipocresia - após...

Abraham Zakon azakon2 at globo.com
Mon Jan 26 08:29:37 BRST 2009


Infelizmente, os desmemoriados e descerebrados que misturam conceitos e
fatos históricos estão predominando e envenenando algumas discussões
acadêmicas. 

Treblinka foi um local onde se construiu uma estrutura industrial, contendo
fornos crematórios, para exterminar sistematicamente pessoas desarmadas e
indefesas, onde não havia túneis nem contrabando de armas nem o exército do
Hamas exterminando os companheiros do Fatah. Lá emitiam-se para o ar, pelas
chaminés dos fornos, os fumos da combustão contendo as cinzas das pessoas
que não entendiam o que estava acontecendo. 

Em Gaza, praticou-se o lançamento de milhares de foguetes mortíferos, alguns
dos quais contendo fósforo branco. 

Nenhum militante esquerdista da UFRJ condenou essas práticas, da mesma forma
que o mundo ignorou as práticas nazistas. 

Depois que a guerra foi vencida, passou-se a criticar os vencedores. 

Hoje, promovem-se tribunais aleatórios sob a forma de "pesquisa de opinião".

Gaza é um ótimo pretexto para quem não conseguiu ocupar cargos na estrutura
administrativa da Reitoria da UFRJ revelar seu ódio pessoal e descontrolado
contra qualquer pessoa ou situação. 

Inclusive, nota-se que alguns colegas direcionam seus discursos contra
outras pessoas que conquistaram qualquer tipo de sucesso ou um simples
elogio. 

Não é uma mera questão de inveja que se revela. 

Uma pró-reitora disse em 1991 que na UFRJ era impossível acomodar o ego de
algumas pessoas numa sala ou auditório. 

Parece que os blogues e listas de discussões acadêmicas servem para revelar
o ódio ou a perturbação emocional dessas pessoas. 

Tais docentes são incapazes de propor soluções acadêmicas para os problemas
universitários; mas, insistem em denunciar e condenar os outros e qualquer
pretexto serve.

Felizmente, alguns preservam a capacidade de discernir.

Abraham Zakon
Escola de Química

  






Guerra, paz e hipocresía 

Julio María Sanguinetti 
Ex Presidente de la República Oriental del Uruguay 

20/01/2009     Fuente: Elpais.com

Una vez más, la guerra en la frontera de Israel... Ahora no es en el Norte,
como en 
2006, cuando Hezbolá, un poder militarizado adentro de un débil Estado
libanés, se 
aburrió de tirar misiles hacia el otro lado y llegó al secuestro y la
muerte, 
obligando, finalmente, a la reacción militar del agredido. Hoy estamos en la

frontera Sur, la de Gaza, liberada por Israel en el 2005, cuando se pensó
que la paz 
podía alcanzarse comprándola con tierra y, al igual que en Sur del Líbano,
retiró su 
ejército. En esta ocasión no se trata de Hezbolá sino de Hamas, distintos
pero 
idénticos en el proclamado objetivo de la desaparición de Israel. 


En su tiempo, Israel informó, reclamó, denunció. Nadie se molestó. Por
supuesto, en 
el Sur del país se vivía bajo el terror permanente y a cada rato había que 
esconderse en refugios salvadores. Una vez y otra se advirtió, pero los
muertos no 
eran muchos y eran israelíes, o sea los más poderosos, los aliados de los
EE.UU. Y, 
naturalmente, nadie contestó. 

Hasta que un día hubo que detener la agresión, o por lo menos intentarlo, y
los 
mismos que callaban saltaron como resortes a clamar por la paz, a organizar 
manifestaciones en todas las capitales por los pobres palestinos sitiados en
Gaza, 
que es -se dice- un "campo de concentración israelí". 

Lo que no se dice es que si esas fueran las motivaciones israelíes, más
sencillo 
hubiera sido seguir ocupando militarmente Gaza. Lo que no se dice es que la
mayoría 
de esos palestinos viven del trabajo que encuentran en Israel, porque en su 
territorio, sus enriquecidos correligionarios nunca se propusieron instalar
hoteles 
para turismo o establecimientos que dieran trabajo, expectativas de mejora,
creando 
así -a la vez- el clima de la paz. Merleau Ponty escribió hace años que la
capacidad 
de violencia revolucionaria está en función inversa de lo que se tenga para
perder; 
quien tiene algo, trata de no arriesgarlo, mientras que a quien nada posee
todo le 
da lo mismo. Lo que no se dice es que la mayoría de esos palestinos quiso
encontrar 
un camino pacífico votando una tendencia moderada para su gobierno, pero el 
Presidente Mahmud Abbas fue acosado y prácticamente depuesto por la mayoría 
circunstancial del movimiento Hamas, quien parte de la base de exigir la 
desaparición de Israel. 

Se habla de excesos. De respuestas desproporcionadas. La verdad es que la
guerra 
siempre es un exceso, siempre es una barbaridad, en el estricto sentido de
la 
palabra. ¿Qué es, entonces, una respuesta proporcionada? ¿T 
irar 3 mil misiles hacia el otro lado con una eficacia mayor y allí sí matar

indiscriminadamente? ¿Cuántos muertos hay que esperar para justificar una
reacción? 

Todo esto quienes primero lo saben son los Estados árabes responsables. Lo
tiene 
claro Egipto, que cierra a cal y canto su frontera con Gaza. Lo tienen bien
asumido 
Jordanía y Arabia Saudita, acusados de complicidad o cobardía por los
movimientos 
radicales, que también operan en contra de su institucionalidad,
pretendiendo 
desplazarlos hacia el sendero ciego del fanatismo y la violencia. 

En el fondo, digámoslo con todas las letras, lo sabemos todos. Pero hay
quienes 
creen que sólo se puede posar de "izquierda" si se está contra Israel,
porque es el 
aliado de los EE.UU. en el difícil equilibrio de esa región; que sólo se
puede 
invocar humanismo clamando por una paz que justamente han quebrado quienes
aparecen 
como víctimas circunstanciales de una tormenta que ellos mismos desataron
para 
justificar su propio radicalismo. 

Todos los esfuerzos por la paz, naturalmente, son bienvenidos. Pero ninguno
tiene 
el menor sentido si no es sobre la base de que Hamas deponga su objetivo de
la 
desaparición de Israel. Quien de buena fe actúe, primero que intente
arrancarle 
algún compromiso a quienes cierran toda hipótesis de diálogo. ¿Qué diálogo
puede 
haber si una de las partes proclama la desaparición de la otra? 
En el fondo, la generalidad reconoce, aunque no lo diga, que esta es la
misma guerra 
de hace 60 años, cuando en 1948 las Naciones Unidas crearon dos Estados, uno
judío y 
otro árabe, que entonces no fue aceptado por quienes decían defender la
causa 
palestina. Si en aquel momento, se hubiera creado este Estado, ¡cuánta
sangre se 
habría ahorrado! La circunstancia de fondo permanece: quienes sustentan la 
desaparición de Israel, al punto de que cuando algún movimiento cambia su
parecer 
para una línea constructiva, de inmediato es jaqueado por otro radical que
le 
aparece a su costado. Así viene ocurriendo desde la OLP y Arafat, que nació
como 
terrorista y murió como dialoguista. Mientras no se cambien los textos en
las 
escuelas y las prédicas en los templos, sembrando el odio contra el pueblo
judío, 
siempre aparecerá alguien más fanático para continuar este largo conflicto,
que ha 
provocado ocho guerras convencionales y por lo menos dos Intifadas. 

Por cierto, los muertos duelen, sean de quien sean. Por supuesto, el
ejército 
israelí, como todos los ejércitos en combate, seguramente comete excesos. 
Pero no un genocidio 
Julio Maria Sanguinetti 


 

















 	

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